Traducción de Rubén D. Arvizu. Click here for the English version.

La humanidad y el planeta enfrentan dos amenazas existenciales: la catástrofe ambiental y la aniquilación nuclear.  Si bien el cambio climático es objeto de una creciente concienciación y preocupación del público, no se puede decir lo mismo de los peligros nucleares crecientes derivados del empeoramiento de las circunstancias internacionales.  Es hora de volver a hacer sonar la alarma y movilizar a la opinión pública a gran escala.  Nuestras vidas pueden depender de ello.

Ha pasado más de un cuarto de siglo desde el final de la Guerra Fría, sin embargo 14,900 armas nucleares, el 93% en manos de EE.UU. y Rusia, la mayoría de una magnitud más poderosa que las bombas de Hiroshima y Nagasaki, continúan planteando una intolerable y creciente amenaza para la humanidad y el planeta entero.

Estudios recientes hechos por científicos atmosféricos muestran que una guerra nuclear entre la India y Pakistán involucrando 100 bombas atómicas lanzadas sobre sus ciudades como la que destruyó Hiroshima, podría producir un cambio climático sin precedentes en la historia humana.

Una disminución de las temperaturas medias, el agotamiento de la capa de ozono y la reducción de las temporadas de cultivo agrícola conducirían a hambrunas masivas, resultando en dos mil millones de muertes durante la próxima década. Una guerra nuclear a gran escala entre los Estados Unidos y Rusia daría lugar a un “Invierno Nuclear”, desencadenando una nueva Era de Hielo y acabando con la vida más compleja del planeta.

El peligro de las guerras entre los estados con armas nucleares está creciendo.  Hay esperanza de que esas guerras puedan ser evitadas, pero esa esperanza, mientras que la base esencial de la acción, no es suficiente para poner fin a la amenaza nuclear que enfrenta la humanidad y la vida compleja en este planeta.  La esperanza debe dar origen a la acción.

Estados Unidos está dispuesto a gastar mil millón de millones de dólares en los próximos 30 años para modernizar sus bombas nucleares, submarinos, misiles y bombarderos para lanzarlas, y la infraestructura para sostener indefinidamente su fuerza nuclear.  Los otros países con armas nucleares – Rusia, Inglaterra, Francia, China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte – están también modernizando sus arsenales nucleares.

TENSIONES CRECIENTES

Las tensiones entre Estados Unidos / OTAN y Rusia han aumentado a niveles no vistos desde la Guerra Fría, con los dos gigantes nucleares enfrentándose entre sí en Ucrania, Europa del Este y Siria, y un ritmo acelerado de ejercicios militares y juegos de guerra, tanto convencionales como nucleares, en ambos lados.

Se estima que los Estados Unidos, la única nación con armas nucleares desplegadas en suelo extranjero, tiene 180 armas nucleares estacionadas en seis bases de la OTAN en Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Turquía.  En junio de 2016,  se llevaron a cabo en Polonia los mayores juegos de guerra de la OTAN en décadas.  Los ejercicios se produjeron semanas después de activar un sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos en Rumania y preparar el terreno para otro sistema de defensa antimisiles en Polonia.  El presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió que habría “medidas para garantizar nuestra seguridad”.

En octubre de 2016, Rusia envió misiles Iskander con capacidad nuclear al territorio de Kaliningrado que limita con Polonia y Lituania, dando así su respuesta a la OTAN, mientras afirmaba que era un ejercicio rutinario. Funcionarios rusos han indicado previamente que el sistema Iskander con un alcance de 500 kilómetros aniquilaría las instalaciones de defensa antimisiles estadounidenses en Polonia.

A mediados de diciembre de 2016, el gobierno de Obama anunció planes para desplegar tropas en Polonia, los países bálticos y Rumania.  Según el Comando estadounidense, esto enviaría “una señal muy poderosa” de que “Estados Unidos, junto con el resto de la OTAN, está comprometido con la disuasión”.

En Siria, quizás una de las guerras más compleja de la historia, Estados Unidos, Rusia y Francia efectúan bombardeos casi simultáneos a veces en lados opuestos.

Agregando a los conflictos entre los estados armados nucleares, los EE.UU., con su “mira” hacia el Pacífico, se enfrenta a China en los mares donde otras naciones asiáticas están impugnando reivindicaciones territoriales chinas.  India y Pakistán permanecen empecinados en una carrera de armamentos nucleares en medio de crecientes tensiones diplomáticas, enfrentamientos fronterizos y aumento de presupuestos militares.  Corea del Norte, negándose a escuchar una fuerte condena internacional, continúa realizando pruebas de armas nucleares.  Incluso ha anunciado la intención de probar un misil balístico intercontinental capaz de llegar a los Estados Unidos.

Estos posibles puntos de confrontación nuclear están madurando para una escalada.  Un error militar accidental o intencional podría enviar al mundo a la espiral de un devastador conflicto nuclear.  Un gran peligro es que los gobernantes de un estado con armas nucleares calculen mal los intereses y los temores de otro, empujando algún mecanismo geopolítico hasta el punto en que las presiones económicas, las acciones encubiertas, la guerra de baja intensidad y las exhibiciones de fuerza de alta tecnología se conviertan en una guerra regional o mundial.  Esta vulnerabilidad a las consecuencias imprevistas es una reminiscencia de las circunstancias que condujeron a la Primera Guerra Mundial, pero se hacen más peligrosas por la política estadounidense y rusa del uso primero nuclear, manteniendo esas armas en estado de alerta de lanzamiento y disparo.

LA PRESIDENCIA DE TRUMP

Durante la campaña presidencial, la retórica de las armas nucleares de Donald Trump fue arrogante, demostrando una profunda ignorancia.  Nadie sabe lo que hará en su cargo, pero la política de seguridad nacional de los Estados Unidos ha sido notablemente consistente en épocas posteriores a la Segunda Guerra Mundial y después de la Guerra Fría, a pesar de las dramáticas condiciones geopolíticas y estilos presidenciales muy diferentes.  Desde 1945, cuando el presidente Harry Truman, un demócrata, dio la orden de lanzar los ataques atómicos de Hiroshima y Nagasaki, todos los presidentes, republicanos o demócratas han reafirmado la amenaza de las armas nucleares como “piedra angular” de la política de seguridad nacional.

De acuerdo al sitio web Trump transition: “El Sr. Trump garantizará que nuestra fuerza nuclear estratégica se modernice para asegurar que continúe siendo un efectivo elemento de disuasión…”  Esto es esencialmente una continuación de la política del gobierno de Obama.  El 22 de diciembre de 2016, Trump escribió el siguiente ominoso tuit. “Los Estados Unidos deben fortalecer y expandir en gran medida su capacidad nuclear hasta el momento en que el mundo llegue a sus sentidos con respecto a las armas nucleares” – esto parece indicar una intención de aumentar el nivel de dependencia de la amenaza nuclear.

Mientras que el tono conciliador de Trump hacia Rusia ofrece un leve rayo de esperanza para reducir las tensiones entre los dos gigantes con armas nucleares, pero la tormenta en torno a las afirmaciones del gobierno estadounidense de que Rusia manipuló las elecciones para ayudar a Trump a ganarlas han complicado enormemente las situación para predecir lo que sucederá.   El objetivo declarado de Trump de romper el acuerdo nuclear de Irán revela su deficiente comprensión de las relaciones internacionales, lo que indica una falta de conciencia de que se trata de un acuerdo multilateral que involucra a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad además de Alemania y que Rusia e Irán participan en operaciones militares combinadas, incluso contra ISIS.  La actitud belicosa de Trump hacia China, un aliado estratégico de Rusia, y su amenaza de hacer retroceder la política de “una China” respetada por décadas por Estados Unidos, es otra causa de gran preocupación.

En su discurso de despedida a la nación en 1961, el presidente Dwight Eisenhower advirtió: “En los consejos de gobierno, debemos protegernos contra la adquisición de una influencia injustificada, ya sea buscada o no, por el complejo industrial militar. El potencial para el desastroso aumento de ese poder existe y persistirá.” Una versión anterior de su advertencia se refería al “complejo militar-industrial-y del congreso.”

Ahora nos enfrentamos a la probabilidad de un gabinete presidencial mucho más militar-industrial.  El espectro de una presidencia de Trump con una Cámara Republicana derechista y el Senado, así como una Corte Suprema similar, es escalofriante a un grado sin precedentes.  Los nombramientos de Trump y las nominaciones de ex-generales reaccionarios belicosos, jefes multimillonarios de corporaciones y que niegan el cambio climático son causa de gran preocupación tanto en el ámbito de la política interna como en la política exterior.

El concepto de “estabilidad estratégica” de la Gran Guerra Fría entre las grandes potencias, aunque nunca constituye una base adecuada para una auténtica seguridad internacional, se está hundiendo.  La guerra fría y el enfoque de la pos guerra fría para el control de armas deben ser desafiados.  La lucha contra los peligros nucleares debe tener lugar en un marco mucho más amplio, teniendo en cuenta la inter relación entre armas nucleares y no nucleares y el militarismo en general, las consecuencias humanitarias y ambientales a largo plazo de la guerra nuclear y la incompatibilidad fundamental de las armas nucleares con la democracia, el estado de derecho y el bienestar humano.

CRISIS EN AUMENTO

En 2009, el ex presidente soviético Mikhail Gorbachev advirtió: “La superioridad militar será un obstáculo insuperable para librar al mundo de las armas nucleares.  A menos que discutamos la desmilitarización de la política internacional, la reducción de los presupuestos militares y la prevención de la militarización del espacio extraterrestre, hablar sobre un mundo libre de armas nucleares será simplemente retórica “.

El control de armas nucleares se ha detenido y el mundo está retrocediendo.  Las crisis cada vez mayores entre los estados armados nucleares deben ser neutralizadas y puestos de nuevo en marcha los esfuerzos de desarme.  Ahora nada es más importante que contrarrestar la idea de que colaborar en temas de seguridad con Rusia debe ser considerada como traición o de alguna manera más peligrosa que la geopolítica de confrontación.  La paz es un imperativo de la era nuclear.  Junto con los Estados Unidos y Rusia, los estados con armas nucleares deben sentarse en la mesa de negociaciones y comenzar a abordar la agenda de Gorbachov.

Es esencial en este momento afirmar la credibilidad y la necesidad de un enfoque transformacional del desarme nuclear.  Debemos hacer todo lo posible para contrarrestar la militarización en la mente de los gobiernos.  El uso de la fuerza militar debe ser siempre la última opción, no sólo en la retórica, sino en la práctica diplomática.

Nunca ha habido una mayor necesidad de una diplomacia audaz e imaginativa.  El ciclo de provocación y respuesta debe ser detenido.  Las amenazas nucleares deben cesar. Los programas de modernización de armas nucleares deben terminar.  Los ejercicios militares y los juegos de guerra deben ser restringidos y conducidos con gran sensibilidad tomando en consideración las condiciones geopolíticas. Estados Unidos debe retirar sus armas nucleares de las bases de la OTAN y, como mínimo, detener la expansión de la OTAN y los despliegues provocadores, al mismo tiempo que Rusia haga otro tanto.  Las políticas de uso nuclear primero, y la alerta de activación y lanzamiento deben darse por terminadas.

A largo plazo, las alianzas militares deben ser desmanteladas y reemplazadas por un nuevo paradigma de seguridad colectiva. Todas las naciones, en primer lugar los Estados Unidos, el mayor exportador de armas, deberán detener la venta y el suministro de armas a las regiones en conflicto.

CAMBIANDO EL DISCURSO

Cambiar el discurso implica tanto el lenguaje como los procesos.  Tenemos que tomar en serio nuestro papel humano como administradores de la Tierra y hablar de los peligros nucleares en términos de la aniquilación de la especie humana.  Las armas nucleares son incompatible con la democracia.  Colocan un vasto poder irresponsable en manos de unos cuantos líderes, sin tomar en cuenta a las millones de voces de las que depende la verdadera democracia.  Debemos rechazar las nociones de excepción de los Estados Unidos que eximen a este país del respeto al imperio de la ley y la autoridad de las Naciones Unidas. Además, debe revitalizarse la Constitución de los Estados Unidos reintroduciendo controles y equilibrios en la toma de decisiones sobre la guerra y la paz.

De hecho, gran parte del mundo parece estar recuperando los sentidos con respecto a las armas nucleares.  En diciembre de 2016 la Asamblea General de las Naciones Unidas profundamente frustrada por la falta de progreso en el desarme nuclear, votó por una amplia mayoría para celebrar negociaciones en 2017 sobre un tratado que prohíba las armas nucleares y que conduzca a su eliminación.  La votación representa un repudio mundial histórico del statu quo de las armas nucleares entre la gran mayoría de los estados no nucleares.  Ninguna de las nueve naciones con armas nucleares apoyó la resolución, y es improbable que algún estado con armas nucleares participe en las negociaciones.

Para lograr el pleno valor de un tratado de “prohibición”, debemos exigir que los Estados nucleares reconozcan la ilegalidad existente de la amenaza o el uso de armas nucleares bajo la ley internacional que protege a los civiles y al medio ambiente de los efectos de esa guerra.  Los gobiernos de estos Estados deben finalmente actuar para cumplir con sus obligaciones de desarme en virtud del artículo VI del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y el derecho internacional consuetudinario y participar de buena fe en las negociaciones como lo ordenó unánimemente la Corte Internacional de Justicia en su Opinión Consultiva de 1996 .

Los medios de comunicación han reducido las fronteras del debate, y el público prácticamente no tiene forma para comprometer a los que toman decisiones sobre los imperativos del desarme.  Sin embargo, la necesidad de tal diálogo nunca ha sido más urgente.  Rechazamos la visión apocalíptica y convocamos a la imaginación de las personas en todas partes para lograr un futuro muy diferente.  No hay inevitabilidad para el curso de la historia, y una ciudadanía movilizada puede redirigirla hacia un futuro positivo.

UN IMPERATIVO ÉTICO

Existe un imperativo ético de trabajar por la eliminación de las armas nucleares.   La supervivencia de la especie humana y otras formas de vida compleja requiere actuar sobre este imperativo.  Necesitaremos llegar con éxito a los grupos y organizaciones fuera de la esfera de la paz y el desarme para inspirar y comprometer no solo a millones, sino cientos de millones, de personas.  La educación y la participación de los medios de comunicación y la juventud serán fundamentales para el éxito.  La esperanza debe unirse a la acción si queremos abolir las armas nucleares antes de que ellas nos aniquilen.   La alarma está resonando.


* Este documento refleja las discusiones en el simposio “La  Fuerte Urgencia del Cero Nuclear: Cambiando el Discurso”, celebrado en Santa Bárbara, California, los días 24-25 de octubre de 2016, y también toma en cuenta el cambiante panorama político en los EE.UU, siguiendo la elección de Donald Trump, que ocurrió dos semanas después del simposio. firmantes de esta declaración incluyen: Rich Appelbaum, Jackie Cabasso, Paul K. Chappell, Noam Chomsky, Daniel Ellsberg, Richard Falk, Mark Hamilton, Kimiaki Kawai, David Krieger, Peter Kuznick, Robert Laney, Judith Lipton, Daniel U. Smith, Steven Starr y Rick Wayman. El simposio fue patrocinado y organizado por la Nuclear Age Peace Foundation. Una lista completa de los participantes del simposio, junto con videos, audio y transcripciones de las presentaciones, están disponibles en www.wagingpeace.org/symposium-fierce-urgency.

From L to R: Front Row: Daniel Ellsberg, David Krieger, Noam Chomsky. Second Row: Paul K. Chappell, Rick Wayman, Elaine Scarry, Steven Starr, Richard Falk, Jackie Cabasso, Jennifer Simons, Peter Kuznick, Judith Lipton, Kimiaki Kawai. Third Row: Robert Laney, Mark Hamilton, Daniel Smith, John Mecklin, Hans Kristensen, Rich Appelbaum.

From L to R: Front Row: Daniel Ellsberg, David Krieger, Noam Chomsky. Second Row: Paul K. Chappell, Rick Wayman, Elaine Scarry, Steven Starr, Richard Falk, Jackie Cabasso, Jennifer Simons, Peter Kuznick, Judith Lipton, Kimiaki Kawai. Third Row: Robert Laney, Mark Hamilton, Daniel Smith, John Mecklin, Hans Kristensen, Rich Appelbaum.