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Con paso seguro, firme, debido a la convicción de su causa, la multitud llena las céntricas calles de la gran metrópoli mexicana que es la capital del país. Sus rostros reflejan dolor, desesperanza, angustia, pero al mismo tiempo resolución en que sus voces sean escuchadas ¡por fin! en sus demandas exigiendo que aparezcan 43 estudiantes para maestros secuestrados hace ya más de 40 días. Muchos son padres y familiares de esos jóvenes que en la noche del 26 de septiembre pasado desaparecieron por una acción policial coordinada y ordenada por la oficina del Alcalde de la ciudad de Iguala, Guerrero. Esta ciudad es la cuna de la bandera mexicana y del Plan de Iguala, que el 24 de febrero de 1824 consolidó la independencia de México. Se localiza a unos 160 kilómetros del famoso puerto turístico de Acapulco y a una distancia similar de la capital de la nación. En una información dada el 8 de noviembre por el Procurador General de la República, Jesus Murillo Karam, se dice que es posible que los estudiantes ya estén muertos, asesinados por los grupos criminales. Que sus cuerpos fueron incinerados y arrojados en bolsas a un río. Pero que a la vez no puede asegurar la identidad de esos restos humanos. La terrible incertidumbre sigue golpeando a las familias de esos jóvenes, y se niegan a aceptar estas declaraciones hasta no tener asegurada la identificación de los restos.
Este es un caso inaudito, sino una secuela de sucesos repetidos por decenios en la historia moderna de México. Durante los últimos veinticinco años el terror y la injusticia ha imperado en el País escalando cada vez más hasta llegar a cifras realmente impresionantes. Desde el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) hasta este segundo año de la administración de Enrique Peña Nieto, más de 100 mil personas han muerto en forma violenta y se cuenta en más de 30 mil los desaparecidos. Esta cifra puede ser mayor pues muchos no hacen la denuncia debido al terror y a la complicidad de las autoridades. Estos números de víctimas son dignas de países con guerras intestinas y hasta internacionales, no de una nación que se precia de ser un régimen democrático y emergente en el ámbito internacional.
Human Rights Watch – HRW (Observatorio de Derechos Humanos) ha dicho que la situación de los derechos humanos en México es crítica. “La regla en México es la impunidad y el caso Iguala es de gravedad extrema, pero es un síntoma de una crisis profunda que arrastra México en materia de derechos humanos”, denunció José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW.
Las protestas no sólo atiborran las amplias avenidas y plazas de la antigua capital azteca; en la mayoría de ciudades y pueblos mexicanos los ciudadanos han salido a expresar su enojo e insatisfacción por la forma como las autoridades municipales, estatales y federales han respondido a estos hechos violentos. En muchas ciudades de otros países, incluyendo Londres, Paris, Berlín, Chicago, Nueva York, Buenos Aires se han escuchado voces de protesta y apoyo, exigiendo que el gobierno mexicano actúe sin más dilaciones ni excusas o pretextos.
La inseguridad en México permea por todas partes a pesar de las campañas orquestadas por costosas relaciones públicas gubernamentales que durante meses han proyectando la imagen del “Momento Mexicano”, el gran salto de México hacia la conquista de los grandes mercados. Promueven un México moderno, activo, amistoso y con las puertas abiertas a las inversiones extranjeras en el campo energético, turístico y de grandes obras portuarias y de comunicaciones.
Tan sólo en el pasado mes de marzo, la revista TIME mostró en su portada internacional al joven presidente mexicano con el encabezado “El Salvador de México. Esto causó controversias y críticas en México y muchas voces acusaron a TIME de haber vendido la portada y el muy favorable artículo que lo acompañó. Nueve meses después, la misma revista en su número de octubre destaca en un encabezado: “La aparente masacre de docenas de estudiantes expone la corrupción en el corazón de México” Un cambio muy drástico en su línea editorial.
Las multitudinarias marchas de los últimos dos meses, por una extraña razón, no han sido reportadas por las grandes cadenas de televisión en Estados Unidos, ABC, CBS y aún FOX, han guardado un ominoso silencio. NBC presentó el 9 de noviembre un brevísimo reportaje de dos minutos que no aclara al espectador la verdadera situación en México. Univisión y TeleMundo han cubierto los acontecimientos con bastante imparcialidad. CNN ha publicado algunos reportajes menores, la excepción han sido The New York Times, Washington Post, The New Yorker, USA Today y un par de notas en Time. La noticia ha sido dada por AP, Reuters y otras agencias informativas. Periódicos europeos como The Guardian, Le Monde, El País, han publicado grandes reportajes. El Parlamento Europeo hizo una declaración sobre el tema de las desapariciones y creciente violencia en México, e hizo ”recomendaciones al gobierno mexicano”. En Alemania se han levantado muchas voces exigiendo al gobierno de Ángela Merkel que revise las condiciones de tratos comerciales con México que se firmarían en diciembre, así como la suspensión de ventas de armamento para México.
Figuras de renombre internacional han unido sus voces de protesta pidiendo una solución inmediata a la desaparición de los jóvenes estudiantes y un alto a la violencia e inseguridad en México, así como el respeto a la libertad de expresión. El asesinato y desaparición de periodistas y defensores de causas sociales y ambientales continúa produciéndose en México como cuenta corriente, haciéndolo un país peligroso para ejercer esas libertades.
En la marcha del 5 de noviembre en la ciudad de México, participó la Premio Nobel de la Paz 1997, Jody Williams quien dijo “la crisis que vive México no es sólo humanitaria, sino política y económica, esto demuestra, de una forma muy dolorosa, toda la corrupción de alcaldes y políticos”. Informó que la organización
Mujeres Premio Nobel de la cual ella es miembro y agrupa a las mujeres laureadas con el Nobel de la Paz, enviarán una carta al Presidente Enrique Peña y a organizaciones internacionales pidiendo la urgente solución a estos problemas.
Entre las muchas consignas que se escuchan en estos ejercicios democráticos de protesta, reproducimos una que refleja los grandes problemas que México ha enfrentado a través de su historia, la apatía e indiferencia secular debido sobre todo a la corrupción galopante y la falta de un sistema eficiente de justicia.
“No tenemos miedo a lo que venga solo tenemos miedo a que la gente siga callada”.
Nosotros, en NAPF, nos unimos a esas protestas y levantamos la voz porque las autoridades mexicanas escuchen el clamor de sus ciudadanos y de muchos otros países que piden una solución pacífica pero real y efectiva a los graves problemas que enfrenta la nación mexicana.
Rubén D. Arvizu es Director para América Latina de Nuclear Age Peace Foundation. Embajador del Pacto Global Climático de Ciudades y Director para América Latina de la organziación de Jean-Michel Cousteau Ocean Futures Society. Tweeter @RubenDArvizu
Para mayor información sobre la situación en México, recomendamos la lectura de estos artículos.
http://fusion.net/story/25683/the-call-for-mexicos-president-to-resign-is-growing-louder/
http://www.newyorker.com/news/news-desk/crisis-mexico-forty-three-missing-students-spark-revolution