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La principal misión y el compromiso de la Nuclear Age Peace Foundation es educar y abogar por la paz y un mundo libre de armas nucleares y apoyar a los líderes de la paz, así como la preservación del medio ambiente y garantizar los derechos de las generaciones futuras. A través de seminarios, programas de sensibilización, libros y los medios de comunicación, llegamos a mucha gente y unimos nuestra voz a otras organizaciones que luchan para lograr ese momento anhelado, la eliminación total de todas las armas nucleares.
También somos conscientes de otras situaciones que ponen en peligro el futuro y la salud de nuestro planeta. Con el fin de disfrutar del mundo de paz que deseamos, tenemos que tener en primer lugar, un mundo con la naturaleza y todas sus maravillas. Y ese mundo está bajo el asedio por las actividades humanas implacables que saquean nuestra casa común sin tener en consideración las consecuencias de la codicia y el egoísmo.
Nuestros recursos naturales están disminuyendo rápidamente, tratamos a nuestro mundo como un banco, retirando todos los días la riqueza, pero sin hacer depósitos o inversiones.
Es innegable que el cambio climático está ocurriendo y muy rápido. Mientras escribo estas notas, estoy leyendo que un panel internacional de científicos ha llegado a la conclusión de que el nivel del mar podría elevarse un metro a finales de este siglo, con todas sus catastróficas consecuencias.
http://www.nytimes.com/2013/08/20/science/earth/extremely-likely-that-human-activity-is-driving-climate-change-panel-finds.html?ref=global-home&_r=0
Otra noticia inquietante que afectará a todos nosotros son los continuos asesinatos impunes de los defensores y protectores del medio ambiente. Ellos mismos se están convirtiendo en una especie en peligro de extinción, al igual que los animales y las plantas que tratan de salvar.
Esos crímenes atroces no respetan las fronteras nacionales o continentes. En particular, en América Latina, con sus vastos recursos naturales han ocurrido muchas de esas acciones perturbadoras.
En el pequeño y hermoso país que es Costa Rica, una vez llamada la “Suiza de América” y nombrada por Jacques Cousteau, “Isla de paz”, la protección de las especies animales y las reservas naturales ha disminuido dramáticamente.
En mayo pasado un joven conservacionista, Jairo Mora, dedicado a la protección de las tortugas laúd y sus nidos en las playas de la costa atlántica de Costa Rica, fue asesinado cobardemente en una de sus rondas de patrullaje. Junto con cuatro mujeres voluntarias extranjeras, tres estadounidenses y una española, fueron emboscados y secuestrados la noche del 31 de mayo. Los hombres encapuchados ataron a las mujeres en una casa abandonada en una área remota de la provincia de Limón. Jairo fue obligado a ir con sus captores y pocas horas después su cuerpo fue encontrado en una de sus queridas playas con signos de tortura y asfixia. Este no es un hecho aislado en un país que ha sido distinguido con el reconocimiento del mundo por sus esfuerzos para proteger sus ricos recursos naturales y la eliminación de su ejército en 1948. Es una de las 15 naciones de todo el mundo que no mantiene fuerzas militares. Ahora, la situación es muy diferente en el país de Oscar Arias, ganador del Premio Nobel de la Paz y en dos ocasiones Presidente de Costa Rica.
Como un claro ejemplo de la forma en que ha cambiado la antigua “Isla de paz”, su actual presidente, Laura Chinchilla, en una de sus primeras declaraciones públicas el 30 de octubre de 2010, pidió – “la colaboración para hacer frente a los grupos radicales de las ONG del medio ambiente, que no les gusta el desarrollo y quieren ver a Costa Rica como un museo de historia natural “.
www.noalamina.org/mineria-latinoamerica/mineria-costa-rica/presidenta-de-costa-rica-llama-a-combatir-a-grupos-ambientalistas-2
Con ese tipo de mentalidad, no son de sorprender acontecimientos como el asesinato de Jairo y las enormes dificultades que los defensores del medio ambiente están enfrentando en Costa Rica.
En la inmensidad de América del Sur, Brasil alberga el ecosistema más grande del planeta, la Amazonia y el poderoso río Amazonas. Durante muchos años, numerosos protectores de la flora y la fauna han sido acosados e incluso asesinados. El legendario Chico Méndez, también conocido como “El Gandhi de la Amazonia” luchó incansablemente tratando de salvar la selva tropical. Fue ejecutado en diciembre de 1988, hecho que provocó un movimiento mundial en contra de la destrucción de la mayor selva tropical en la Tierra. Después de Chico, muchos otros activistas y periodistas, verdaderos héroes que trabajan a menudo en el anonimato, han pagado con su vida por haberse atrevido a oponerse a la aniquilación del medioambiente que podría alterar la faz del planeta. Esa larga lista incluye a una monja estadounidense de 72 años, Dorothy Stang, asesinada el 12 de febrero de 2005. Dorothy luchó tenazmente contra la industria maderera y su deforestación de la selva amazónica.
Ahora tenemos que añadir otro nombre, el biólogo español Gonzalo Alonso Hernández. Gonzalo fue asesinado el 6 de agosto de este año, su cuerpo torturado fue arrojado a las aguas de una región que amaba y protegía. Aquí tenemos a un alto ejecutivo de una empresa de telefonía española, Telefónica, que llegó a Brasil en 2003 y dejó la compañía en 2005 después de enamorarse de la selva que lo rodeaba, dedicando su vida exclusivamente a la labor ambiental. Se destacó por su defensa de los ríos, las plantas y animales en peligro de extinción, denunciando a los cazadores furtivos y pirómanos que abren espacios para ranchos y granjas.
En otro país importante, México, bendecido por la naturaleza, esa peligrosa situación es similar para los ecologistas y activistas. La lista de crímenes en contra de los defensores del medio ambiente es impresionante. En los últimos dos años por lo menos trece defensores han perdido la vida luchando contra las grandes empresas mineras, madereras, los mega-desarrolladores e incluso los carteles de la droga. Es una lucha desigual, debido a la corrupción del sistema legal mexicano.
Noé Vázquez Ortiz, fue asesinado a pedradas el 2 de agosto de este año a causa de su oposición a la represa hidroeléctrica de El Naranjal, en el estado de Veracruz, un estado ya plagado por los continuos asesinatos de periodistas. Él era el líder de los campesinos que tratan de detener la privatización del agua que afecta a los ríos y lagos y amenaza sus costumbres y forma de vida.
Sólo para citar otro caso, en octubre de 2012, Ismael Solorio y su esposa Manuela Solís, fueron asesinados debido a su defensa y apoyo a los derechos de los mineros que se oponen a la poderosa empresa canadiense, Mag Silver en San José del Progreso, Oaxaca. Las condiciones de trabajo de los mineros son miserables. La destrucción del medio ambiente es enorme. Unos días antes de su muerte, Ismael había denunciado la posibilidad de derramamiento de sangre si el Gobierno no intervenía. Sus advertencias fueron totalmente ignoradas.
Nosotros en NAPF creemos que es nuestro deber moral denunciar estos y muchos otros crímenes en contra de los que dedican su vida en beneficio de sus semejantes. Exigimos justicia y que mantengamos vivo el nombre y la memoria de estos héroes caídos.
Rubén Arvizu es Director para América Latina de la Nuclear Age Peace Foundation y Embajador Global del Pacto Climático de Ciudades. Él colabora con la organización de Jean-Michel Cousteau, Ocean Futures Society, como Director para América Latina y productor de cine.