Traducción de Rubén Arvizu. 

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David KriegerEl Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) tiene dos propósitos principales y juntos forman un gran acuerdo. En primer lugar, el tratado busca prevenir la proliferación de armas nucleares a otros países.   En segundo lugar, el tratado busca nivelar el campo de juego por la búsqueda de negociaciones de buena fe para poner fin a la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y lograr el desarme nuclear. El objetivo del gran acuerdo, en otras palabras, es un mundo sin armas nucleares.

‪En su mayor parte los estados del tratado que no poseen armas nucleares están cumpliendo con las reglas y no desarrollan o adquieren armas nucleares. Sin embargo, una nación – Estados Unidos – ha colocado sus armas nucleares en los territorios de cinco países europeos que no poseen armamento nuclear (Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía), y acordó entregar las armas a estos países en caso de guerra.  EE.UU., también ha colocado a todos los países de la OTAN, además de Australia, Japón, Corea del Sur y Taiwán bajo su “paraguas nuclear”. En conjunto, estos países son conocidos como los países comadreja, no nucleares en  nombre, pero no en la realidad.

Además, se ha producido la proliferación nuclear fuera del TNP. Tres países que nunca se unieron al TNP desarrollaron arsenales nucleares (Israel, India y Pakistán), y Corea del Norte se retiró del tratado y ha desarrollado armas nucleares. A pesar de toda esta  multiplicación nuclear real, la atención se ha centrado principalmente en la posibilidad de que Irán desarrolle armas nucleares, a pesar de que Irán parece estar dispuesto a tomar todas las medidas necesarias, incluyendo inspecciones imprevistas, para asegurar al mundo que no busca este armamento.

Es la otra cara del gran acuerdo, sin embargo, donde las cosas realmente se complican. Los cinco países con armas nucleares que son parte del TNP (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China) parecen más cómodos trabajando juntos para mantener y modernizar sus arsenales nucleares que lo que hacen para cumplir con sus obligaciones de desarme en virtud del tratado. Su estrategia común parece ser “armas nucleares para siempre.”

EE.UU., planea invertir $1 billón de dólares en la modernización de su arsenal nuclear en las próximas tres décadas, y también es en gran parte responsable de los programas de modernización de Rusia y China, como consecuencia de la retirada unilateral de la Anti-Misiles Balísticos (ABM) en 2002 y la colocación de defensas de misiles terrestres y marítimos cercanos a las fronteras de Rusia y China. Ya que las defensas de misiles también pueden ser parte de un plan integrado para lanzar ataques primeros, Rusia y China pueden sentirse obligados a mantener la eficacia de su fuerza de disuasión nuclear mediante la mejora de sus fuerzas ofensivas para contrarrestar las defensas antimisiles de Estados Unidos. El evitar este tipo de escaladas defensiva-ofensiva fue el propósito primario del Tratado ABM. Uno puede tener mejor idea de esto imaginando la respuesta de Estados Unidos, si las defensas de misiles rusos fueron colocadas en la frontera canadiense y misiles chinos fueron situados en la frontera con México.

Los participantes en el TNP acaban de terminar un mes de negociaciones para su novena conferencia de cinco años de revisión. La conferencia terminó en un fracaso sin un acuerdo sobre un documento final para guiar el trabajo de las partes en los próximos cinco años.  EE.UU., el Reino Unido y Canadá se negaron a apoyar una conferencia para comenzar a negociar una zona de Oriente Medio libre de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva que tendrá lugar el primero de marzo de 2016. Esta conferencia, prometida cuando el TNP se prorrogó indefinidamente en 1995, se ha aplazado anteriormente y ahora ha sido postergada una vez más.

Incluso si había habido un consenso sobre un documento final de la conferencia de revisión del TNP de 2015, al final, no se obtuvo un documento decisivo o satisfactorio. Los países con armas nucleares pasaron su tiempo en las reuniones minando las disposiciones en materia de desarme a las que habían hecho previamente un “compromiso inequívoco”. Los estados con armas nucleares y los estados” comadreja”, a pesar de sus protestas, no parecen actuar seriamente en mantener sus compromisos para lograr el desarme. Cada vez más, los Estados sin armas nucleares y las organizaciones de la sociedad civil están llegando a la conclusión de que los países con armas nucleares no están actuando de buena fe y, en consecuencia, no se está cumpliendo el gran acuerdo.

Un resultado positivo y esperanzador de la conferencia, sin embargo, es que los Estados no poseedores de armas nucleares pueden estar hartos de los países que las poseen y actuar con valentía para seguir adelante en un nuevo camino hacia el desarme nuclear. Más de 100 países han aprobado el Juramento Humanitario, iniciado por Austria, para trabajar por un nuevo instrumento jurídico para prohibir y eliminar las armas nucleares, tal como se ha hecho para las armas químicas y biológicas, las minas terrestres y las bombas de dispersión. Este instrumento legal podría tomar la forma de un nuevo Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares.

También en el lado positivo y esperanzador son las demandas audaces y valientes de Cero Nuclear presentadas por la República de las Islas Marshall en contra de los nueve países nucleares en la Corte Internacional de Justicia de La Haya y por separado contra EE.UU. en una corte federal. Estas demandas afirman que los Estados poseedores de armas nucleares se encuentran en violación de las disposiciones en materia de desarme del TNP y del derecho internacional consuetudinario, y buscan desagravio por mandato judicial ordenando a los países con armas nucleares iniciar y participar en negociaciones de buena fe para un desarme total. Un panel lateral muy concurrido en la conferencia de revisión del TNP presentó una actualización sobre el estado de los procesos judiciales.

Estamos conmemorando el  año 70 en que se utilizaron armas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Todavía hay más de 16.000 armas nucleares en el mundo. Esto ya es demasiado. Ha llegado el momento de abolir esta amenaza antes de que causen un daño irreversible a la civilización, a la especie humana y todas las otras formas de vida. Se lo debemos a nosotros mismos y a las futuras generaciones, romper nuestras cadenas de complacencia y demostrando que el corazón humano comprometido es más poderoso inclusive que las más  mortíferas armas de destrucción masiva.

*David Krieger es Presidente de la Nuclear Age Peace Foundation y autor de CERO: El caso de la abolición de las armas nucleares. 

*Rubén Arvizu es Director para América Latina de la Nuclear Age Peace Foundation y Embajador del Pacto Climático Global de Ciudades.