Traducción de Rubén Arvizu. Click here for the English version.
Queridos conciudadanos:
Por su supuesta prueba de una bomba de hidrógeno a principios de 2016, Corea del Norte recordó al mundo que el peligro nuclear no es algo abstracto, sino una amenaza continua que los gobiernos y los pueblos del mundo ignoran su alcance . Incluso si la prueba no fue de una bomba de hidrógeno, sino de un arma atómica más pequeña, como muchos expertos sugieren, debemos recordar que vivimos en la Era Nuclear, una edad en la que un accidente, un error de cálculo, la locura o algo intencional podría conducirnos a una devastadora catástrofe nuclear.
Lo más notable de la Era Nuclear es que nosotros, los humanos, por nuestro ingenio científico y tecnológico, hemos creado los medios para nuestra propia desaparición. Actualmente, el mundo se enfrenta a muchas amenazas para el bienestar humano, e incluso la supervivencia de la civilización, pero aquí nos centramos en los graves peligros particulares que plantean las armas nucleares y la guerra nuclear.
Incluso un relativamente pequeño intercambio nuclear entre India y Pakistán, con cada país utilizando 50 armas nucleares como la usada en Hiroshima y lanzadas entre sus ciudades, podría dar lugar a una hambruna nuclear, matando a unas dos mil millones de personas de las más vulnerables del planeta. Una guerra nuclear entre los EE.UU. y Rusia podría destruir la civilización en una sola tarde y enviar las temperaturas de la Tierra en picada hacia una nueva edad de hielo. Tal guerra podría destruir la más compleja vida en el planeta. A pesar de la gravedad de este tipo de amenazas, están siendo ignoradas, lo que es moralmente reprobable y políticamente irresponsable.
Estados Unidos está en medio de las campañas más reñidas para determinar los candidatos de los dos principales partidos políticos rumbo a la carrera presidencial de 2016, y sin embargo, ninguno de los principales candidatos para las nominaciones han expresado la menor preocupación acerca de los peligros que enfrentamos de una guerra nuclear Se trata de un descuido terrible. Refleja la negación y la complacencia que desconecta al pueblo estadounidense de los riesgos del uso de las armas nucleares en los años venideros. Esta desconexión amenazante se ve reforzada por los medios de comunicación, que no han logrado que los candidatos expresen durante los debates su pensar sobre ese armamento apocalíptico y ha ignorado el tema en su cobertura de televisión y prensa, incluso hasta el punto de excluir a voces que expresan la preocupación de su páginas de opinión. Consideramos que es urgente poner estas cuestiones de nuevo en la pantalla del radar de la conciencia pública.
Estamos consternados de que ninguno de los candidatos para el cargo de más poder en la Tierra no ha presentado aún ningún plan o estrategia para poner fin a las actuales amenazas de aniquilación nuclear, ninguno ha desafiado los gastos previstos de 1 trillón de dólares para modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos, y ninguno ha destacado que EE.UU. está en incumplimiento de sus obligaciones de desarme nuclear en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear. En los debates presidenciales ha sido un tema inexistente, y escandaliza que los candidatos no planteen la cuestión en sus muchos discursos públicos y los medios de comunicación por no traer el tema a debate. Como sociedad, después de décadas de mal manejo, estamos fuera de contacto con el más aterrador desafío para el futuro de la humanidad.
Hay nueve países que actualmente poseen armas nucleares. Cinco de ellos son partes en el Tratado de No Proliferación Nuclear (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China), y están obligados por ese tratado de negociar de buena fe para el cese de la carrera armamentista nuclear y el desarme nuclear. Los otros cuatro países con armas nucleares (Israel, India, Pakistán y Corea del Norte) están sujetos a las mismas obligaciones en virtud del derecho internacional consuetudinario. Ninguno de los nueve países con armas nucleares se ha involucrado en este tipo de negociaciones, una realidad a la que deberíamos de reaccionar con ira y frustración, y no, como es ahora el caso, con indiferencia. No es sólo Estados Unidos el responsable de la situación actual de la negación y la indiferencia. En todo el mundo hay una falsa confianza en que, debido a que la Guerra Fría ha terminado y las armas nucleares no se han utilizado desde 1945, los peligros que antes asustaban y preocupaban a la gente ahora pueden ser ignorados.
En lugar de cumplir con sus obligaciones de desarme nuclear negociado, todos los nueve países con armas nucleares dependen de la disuasión nuclear y se dedican a programas de modernización que mantendrán sus arsenales activos a través del siglo 21 y tal vez más allá. Por desgracia, la disuasión nuclear en realidad no proporciona seguridad a los países con arsenales nucleares. Más bien, es una hipótesis sobre el comportamiento humano, que es poco probable que se mantenga con el tiempo. La disuasión nuclear ha estado a punto de fracasar en numerosas ocasiones y sería totalmente ineficaz, si un grupo terrorista tomara posesión de una o más armas nucleares, ya que no teme a las represalias y de hecho las desea. Además, ahora que el mundo está embarcado en una nueva carrera armamentista nuclear, inquietante recuerdo de la Guerra Fría, al aumentar los riesgos de enfrentamientos y crisis entre los principales estados que poseen armas nucleares también se incrementa la posibilidad de su uso.
Como ciudadanos de un país con armas nucleares, también somos víctimas de ellas. John F. Kennedy vio claramente que “Todo hombre, mujer y niño vive bajo una espada de Damocles nuclear, colgada por el más delgado de los hilos, capaz de ser cortado en cualquier momento por accidente o error de cálculo, o por la locura. Las armas de guerra deben ser abolidas antes de que nos desaparezcan.” Lo que el presidente Kennedy expresó claramente hace más de 50 años sigue siendo cierto hoy en día, y más aún que las armas proliferan y grupos extremistas se acercan a la posibilidad de adquirirlas.
Los que tienen el poder y el control sobre las armas nucleares podrían convertir este planeta, con su maravillosa variedad de vida, en una carbonizada Hiroshima global. ¿Debería cualquier líder político o gobierno mantener tanto poder? ¿Deberíamos permitir que tal poder absoluto esté al alcance de alguien?
Es hora de poner fin a la era de las armas nucleares. Estamos viviendo un tiempo prestado. EE.UU., como el país más poderoso del mundo, debe jugar un papel de liderazgo en la convocatoria de las negociaciones. Para que ese liderazgo sea eficaz en lograr el cero nuclear, los ciudadanos estadounidenses deben despertar a la necesidad de actuar y presionar a su gobierno para actuar y animar a los otros ocho países con armas nucleares, que presionen a sus gobiernos para lograr esa meta. No se debe ser apático, conformista, ignorante o vivir en la negación. Todos debemos tomar medidas si queremos salvar a la humanidad y todas las formas de vida, de la catástrofe nuclear. Bajo este espíritu, estamos en una etapa en la que necesitamos un movimiento de solidaridad mundial que se dedique a crear conciencia sobre la creciente amenaza nuclear, y la urgente necesidad de actuar a nivel nacional, regional y mundial para revertir las fuertes corrientes militaristas que están empujando el mundo cada vez más cerca del precipicio nuclear.
Las armas nucleares son la amenaza más inmediata para la humanidad, pero no son la única tecnología que está haciendo estragos en el futuro de la vida. La escala de nuestro impacto tecnológico sobre el medio ambiente (principalmente la extracción de combustibles fósiles y su uso) también está provocando el calentamiento global y el caos climático, con aumentos previstos en los niveles del mar y muchas otras amenazas – acidificación de los océanos, el clima extremo, los refugiados por los cambios climáticos y las constantes sequías – causarán la muerte masiva y el desplazamiento de poblaciones humanas y animales.
Además de las amenazas tecnológicas para el futuro humano, muchas personas en nuestro mundo sufren de hambre, enfermedades, la falta de vivienda y la falta de educación. Cada persona en el planeta tiene derecho a una nutrición adecuada, salud, vivienda y educación. Es profundamente injusto permitir que los ricos se hagan más ricos mientras que la gran mayoría de la humanidad se hunde en la pobreza más profunda. Es inmoral gastar nuestros recursos en la modernización de las armas de exterminio masivo, mientras que un gran número de personas siguen sufriendo los estragos de la pobreza.
Hacer todo lo posible para mover el mundo a un cero nuclear, sin dejar de ser sensibles a otros peligros apremiantes, es nuestra mejor oportunidad para asegurar un futuro benevolente para nuestra especie y su entorno natural. Podemos empezar por cambiar la apatía por la empatía, la conformidad con el pensamiento crítico, la ignorancia con la sabiduría, la negación con el reconocimiento, y el pensamiento a la acción para responder a las amenazas que representan las armas nucleares y las tecnologías asociadas con el calentamiento global, y la necesidad de terminar el sufrimiento humano derivado por la guerra y la pobreza.
Los países más ricos están siendo desafiados por los flujos migratorios de personas desesperadas que se cuentan por millones y por el hecho de que más de mil millones de personas en el planeta sufren de hambre crónica y otros dos mil millones están desnutridas, lo que resulta en el generalizado retraso en el crecimiento entre los niños y causa de otras enfermedades . Mientras que librar al mundo de las armas nucleares es nuestro principal objetivo, estamos conscientes de que la institución de la guerra es responsable del caos y que también debemos desafiar la mentalidad militarista si alguna vez vamos a disfrutar de una paz duradera y seguridad en nuestro planeta .
El destino de nuestra especie está en la balanza como nunca antes. La cuestión que se nos plantea es si la humanidad tiene la visión y la disciplina necesaria para renunciar a los deseos superfluos, principalmente los lujos materiales y la dominación de nuestros semejantes, permitiendo así que todos nosotros y las generaciones venideras tengan existencias dignas de ser vividas. Es incierto si la especie humana superará este desafío. Las evidencias actuales no son tranquilizadoras.
El tiempo es corto y lo que está en riesgo es la civilización y cada cosa pequeña y grande, que cada uno de nosotros ama y atesora en nuestro planeta.
Los autores están afiliados a la Nuclear Age Peace Foundation con base en Santa Bárbara, California. (www.wagingpeace.org)
Rubén D. Arvizu es Director para América Latina de la Nuclear Age Peace Foundation.